miércoles, 18 de febrero de 2015

Vamos a la escuela (Monreal de Ariza)

En los días más fríos de invierno, niños y niñas iban al colegio con una rejilla llena de lumbre, que llevaban de casa, sobre la que colocaban los pies, para no pasar demasiado frío, pero rara vez se libraban de los molestos sabañones. En muchas localidades, cada día, por turnos, los escolares aportaban leña para la estufa,  situada junto a la mesa del maestro.


Rejilla para lumbre

Entraban a la escuela a los seis años y salían a los catorce. Los chicos iban con su maestro  y las chicas con su maestra, pues no se contemplaba la coeducación. Como eran clases muy numerosas, el sistema pedagógico más utilizado era la organización por  secciones, según el nivel escolar de cada uno. Los chicos mayores colaboraban con sus maestros en el control y enseñanza de los más pequeños. Por las tardes, las niñas únicamente estudiaban religión y hacían labores, de forma que aprendían cruceta, vainica, incluso encaje de bolillos, que luego les servirían para preparar su ajuar y para desarrollar sus labores de amas de casa.

-Vamos a la escuela, de Monreal de Ariza:

Vamos a la escuela,
vamos a estudiar,
que la escuela es templo
de felicidad.

Aquí está la escuela
y (quien) no quiera venir,
falta en sus deberes,
no será feliz.

Vamos a la escuela,
vamos a estudiar,
que la escuela es templo

de felicidad. 


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