En Una señorita muy rica, que aún se recita en Arándiga, se
plantea el amor entre dos clases sociales diferentes. Una señorita rica se
enamora de un joven obrero e intenta fugarse con él, ante la oposición de sus
padres. Sorprendida en la huida, es llevada a un convento, donde enferma
gravemente de amor hasta que, llevada de nuevo a casa, muere en los brazos de
un novio imposible.
-Una señorita muy
rica
Una señorita rica
de un joven se enamoró
de clase humilde pero era
honrado y trabajador.
En el jardín de su casa
siendo una noche de invierno
ante la luz de la luna
se juran amor eterno.
Y él le decía: dulce amor mío,
nuestros amores tendrán mal fin,
porque tú eres rica y yo pobre
soy.
Y la muchacha decía así:
Maldito sea el dinero,
por él me impiden quererte
y si no llego a ser tuya
mil veces quiero la muerte.
Los padres de la muchacha
a un rico la prometieron
sin que ella supiese nada
por la ambición del dinero.
Y aquella hermosa joven
que el compromiso ignoraba
al enterarse a sus padres
les dijo desconsolada:
Mi corazón a un hombre lo
entregué,
al que adoro con frenesí.
Pues de un obrero la esposa
jamás serás
y la muchacha decía así:
Maldito sea el dinero
por él me impiden quererte
y si no llego a ser tuya
mil veces quiero la muerte.
Al enterarse la joven
que el compromiso ignoraba
decidió marcharse un día
con el hombre que la amaba.
Pero sus padres que estaban
en un acecho constante
la sorprendieron cuando iba
a fugarse con su amante.
Pronto la encierran en un
convento
y a Jesucristo Nuestro Señor
postrada en el suelo ante su
bella imagen
amargamente así exclamó:
Maldito sea el dinero
que me hace tan desgraciada,
por la ambición de mis padres
aquí me encuentro encerrada.
Y al cabo del poco tiempo
ante aquella soledad,
pensando en su novio amado
enfermó de gravedad.
Al enterarse sus padres
ya la sacan del convento,
con el afán de curarla
y no tenía remedio.
Padres queridos yo los perdono
pero les pido por caridad,
que venga mi novio me siento
morir
y no le pude nunca olvidar.
Maldito sea el dinero,
agonizando decía,
y así murió entre los brazos
del hombre que ella quería.
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