Las fiestas en honor a San Fabián y a San Sebastián se
celebran el fin de semana más cercano al día 20. Cada año preparan la fiesta
cuatro fiesteros, que son cuatro matrimonios, entre los últimos que se
han casado; si no llegan a ese número se hace cargo de la fiesta el
ayuntamiento, que es la tendencia de los últimos años. Los fiesteros contratan
la charanga y compran los panetes, las sardinas roñosas y el vino para el
sábado, y los rollos, para el domingo. También preparan leña, que suben con
antelación a la ermita para encender las hogueras del sábado a mediodía.
El
sábado se va de romería a la ermita de San Fabián y San Sebastián, situada en
el interfluvio entre Morata y Mara. Desde 1972 suben también las mujeres hasta
San Fabián el día de la romería, gracias a la iniciativa de un grupo de
decididas que subieron ese año, ya que hasta esa fecha sólo iban los hombres.
Suben los romeros en coches o tractores y después de la misa se reparten los
panetes, las sardinas y el vino, todo ya bendecido. Se encienden hogueras y se
come por cuadrillas, que preparan en el fuego la comida. La charanga está
presente en toda la romería. Después de comer, los fiesteros reparten café y
licores. Al son de la charanga hay baile y un rato de diversión. En los últimos
años se ha introducido una nueva costumbre, común a otras romerías de la zona:
la guerra de vino y el beber vino en teja.
Se
baja al pueblo haciendo dos paradas, una en Las parideras del Barranco y
la otra en El Pedrón, para descansar, comer los restos de la comida y
bailar. Cuando se llega al pueblo, se recorren las cuatro casas de los
fiesteros para tomar pastas y licores, siempre acompañados por la charanga.
Los
fiesteros se encargan de buscar quiénes van a llevar el domingo en la procesión las dos peanas de San Fabián y San Sebastián, cada una con
cuatro roscos, y el pendón de San Roque. Antes, los cuatro fiesteros llevaban
la de San Fabián y los gaiteros la de San Sebastián. Llamaban gaiteros a
los fiesteros de años anteriores, que colaboraban en la fiesta de ese año.
Antiguamente
la fiesta era más religiosa y austera. Se subía andando muy temprano y, una vez
consumidos allí mismo el panete y la sardina, se volvía al pueblo para celebrar
misa mayor a las 12 de la mañana. Los que no habían podido subir esperaban a
los romeros a la entrada del pueblo, donde se les entregaba el panete y la
sardina preceptivos.
José Ángel Urzay y María Soledad Alconchel
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