martes, 10 de febrero de 2015

Charlot y Musolini (Aniñon)

Las murgas reproducían con ironía sucesos del año anterior, como esta anécdota que les pasó a dos amigos cuando cogieron el tren para dirigirse a la feria de Calatayud.


 Charlot y Mussolini, de Aniñón

A Charlot y Mussolini
¿saben lo que les pasó?
Que bajaron a la feria
en compañía los dos,
se montaron en el tren
por economizar cuartos,
que valía dos cuarenta
y salía más barato.
Chon, chon, chon, chon.

Llegaron a la estación,
se montaron sin billete,
se decían uno al otro:
el revisor ya no viene.
Llegan a mitad camino,
abre la puerta un señor,
ellos vuelven la cabeza:
¡era el señor revisor!
Chon, chon, chon, chon.

Se miraba el uno al otro
con esas caras de nobles,
ahora no habrá más remedio
que pagar billete doble.
Llegan a Calatayud
tristes y desconsolados,
las pocas perras que había
se las habían gastado.
Chon, chon, chon, chon.

Ahora ¿qué vamos a hacer?
Vámonos por el Ferial
a ver si hay alguien del pueblo
que nos dé algo de almorzar.
Tropezaron con Mariano,
con Cañero y muchos más,
las alforjas bien repletas
de agua y vino y nada más.
Chon, chon, chon, chon.

Rebuscando en las alforjas
aún sacaron algo más:
unas sardinas roñosas
y unos mendrugos de pan.
Se fueron por el paseo,
sólo hacían pasear
y los feriantes decían:
estos no llevan ni un real.
Chon, chon, chon, chon.

Al cruzar la carretera
ve Charlot al Evaristo,
vámonos con él a casa
que esto ya está todo visto.
Montan con él en el carro
y le cuentan mil mentiras,
a los toros si Dios quiere
bajaremos otro día.
Chon, chon, chon, chon.

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