viernes, 6 de marzo de 2015

Retranco, Castejón de las armas

A mitad de Cuaresma los chicos  hasta los catorce años  recorrían Castejón de las armas por la tarde armados con algunas bayonetas y otros objetos punzantes, pidiendo por la casas. Procuraban marchar en formación. Cada año, uno de los mayores hacía de capitán y dirigía la tropa. Era la fiesta del retranco. Por las calles y cuando llegaban a una casa cantaban todos:


Informantes de Castejón de las Armas


Retranco, retranco
segundo batallón,
muchos monaguillos
y poca ración,
los mayores se comen todo,
los pequeños miran al sol.


Las mujeres salían a las puertas de las casas y les daban huevos, manzanas, algún dinerillo y otras cosas, que guardaban en los cestos que llevaban. A cambio, los chavales les rezaban allí mismo un padrenuestro y un avemaría “por las obligaciones difuntas de esta familia”, de rodillas, excepto el jefe que permanecía de pie; uno rezaba  y los demás contestaban. Si alguna vecina no les daba, le rayaban la puerta con la bayoneta. Hacían el recorrido un jueves por la tarde y luego se iban a merendar todos juntos. 


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