martes, 20 de enero de 2015

San Fabián y San Sebastián en Mara

Las fiestas en honor a San Fabián y a San Sebastián se celebran el fin de semana más cercano al día 20. Cada año preparan la fiesta cuatro fiesteros, que son cuatro matrimonios, entre los últimos que se han casado; si no llegan a ese número se hace cargo de la fiesta el ayuntamiento, que es la tendencia de los últimos años. Los fiesteros contratan la charanga y compran los panetes, las sardinas roñosas y el vino para el sábado, y los rollos, para el domingo. También preparan leña, que suben con antelación a la ermita para encender las hogueras del sábado a mediodía.

El sábado se va de romería a la ermita de San Fabián y San Sebastián, situada en el interfluvio entre Morata y Mara. Desde 1972 suben también las mujeres hasta San Fabián el día de la romería, gracias a la iniciativa de un grupo de decididas que subieron ese año, ya que hasta esa fecha sólo iban los hombres. Suben los romeros en coches o tractores y después de la misa se reparten los panetes, las sardinas y el vino, todo ya bendecido. Se encienden hogueras y se come por cuadrillas, que preparan en el fuego la comida. La charanga está presente en toda la romería. Después de comer, los fiesteros reparten café y licores. Al son de la charanga hay baile y un rato de diversión. En los últimos años se ha introducido una nueva costumbre, común a otras romerías de la zona: la guerra de vino y el beber vino en teja.

Se baja al pueblo haciendo dos paradas, una en Las parideras del Barranco y la otra en El Pedrón, para descansar, comer los restos de la comida y bailar. Cuando se llega al pueblo, se recorren las cuatro casas de los fiesteros para tomar pastas y licores, siempre acompañados por la charanga.

Los fiesteros se encargan de buscar quiénes van a llevar el domingo en la  procesión las dos peanas  de San Fabián y San Sebastián, cada una con cuatro roscos, y el pendón de San Roque. Antes, los cuatro fiesteros llevaban la de San Fabián y los gaiteros la de San Sebastián. Llamaban gaiteros a los fiesteros de años anteriores, que colaboraban en la fiesta de ese año.


Antiguamente la fiesta era más religiosa y austera. Se subía andando muy temprano y, una vez consumidos allí mismo el panete y la sardina, se volvía al pueblo para celebrar misa mayor a las 12 de la mañana. Los que no habían podido subir esperaban a los romeros a la entrada del pueblo, donde se les entregaba el panete y la sardina preceptivos.

José Ángel Urzay y María Soledad Alconchel

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